Hilo de Tanza es, ante todo, un modo de ser, de sentir y de vivir. Aquí tienen cabida la pesca de altura y la de bajura: los deseos, las opiniones, las críticas y los sueños de quienes no hallamos un mejor modo de darlos a conocer. Quizá encuentres tu lugar en este océano de voces.

miércoles, 2 de enero de 2013

EL DÍA DESPUÉS



    Seguimos aquí, muchos o demasiados.

    No nos ha ahogado un tsunami. No nos han sepultado cientos de terremotos. No nos han invadido los alienígenas. No han estallado las centrales nucleares ni se han caído las estrellas del cielo. Pero tal vez lo más preocupante lata dentro, muy dentro de nuestros corazones. Algo en nuestro interior se lamenta, como una Banshee que llorase con antelación la muerte de un ser querido.

    Escuché en la calle los comentarios de los adolescentes, casi decepcionados. Era un extraño amasijo entre las películas de Hollywood y la ignorancia de quien lo tiene todo resuelto. Sin embargo, algo en sus palabras me hizo reflexionar, detenerme ante ese umbral  en el cual no se repara . Cada afirmación, cada duda, cada paso, estaban cubiertos de una negra y cruel desesperanza. Tal vez soñar un cataclismo nos alejaba de otro, más real y mezquino. Tal vez resultaba más amable pensar en el fin  que continuar con esta agonía diaria.

    Hoy es el día después. Ha transcurrido un año, como un tornado, arrancándolo todo a su paso. Engullimos las doce uvas con cara de póker, deseando pasar el rato lo mejor posible, anestesiados por los programas televisivos enlatados y el supuesto ambiente festivo. ¡Vaya por Dios! Ahora toca lo difícil: sobrevivir.

    Las colas para los comedores sociales son cada vez más largas. Doy fe de ello porque puedo observarlas por la ventana desde la que os escribo. El pequeño comercio se desvanece en la nada. Los trabajadores públicos de “a pie” retroceden veintitantos años en derechos mientras ven pulular por los pasillos personajillos indecentes cuyo trabajo consiste en lucir palmito y cobrar, al menos, diez veces más. Los sectores productivos de calidad se hunden ante el indolente avance de las mafias financieras con cabeza de chino, con cabeza de ruso, con cabeza de ONG. La macroeconomía, que es un pecado capital  además de una palabrota, empala a las marionetas que nos gobiernan para que bailen, y por extensión, todos bailemos, al son que se le antoja...caos y más caos, como al principio de los tiempos.

    El colmo de todo este despropósito consiste en escuchar el discurso del augusto monarca dando consejos y moralina preconstitucional, atizando el fuego de la unidad nacional, la familia y el “esfuerzo” y “sacrificio” ( que junto con “crecimiento” forman el trío de palabras de moda) con un estilismo entre futurólogo de línea 906 y tomadura de pelo.

     ¡Que se lo cuenten a nuestras madres, padres y abuelos! Ellos vivieron la Guerra Civil, la Posguerra, sufrieron el paro, el recorte de derechos, lucharon por recuperarlos, levantaron  la economía nacional con muchas privaciones y, para colmo, son los jubilados que mantienen familias enteras, a saber, hijos, nietos y demás. Ahora ya no les interesan. Son medicamentos que dispensar, prestaciones sanitarias que cubrir y pensiones que abonar. No se trata de individuos de impecable traje que roban millones respaldados el la obra social de una fundación falsa. Antes les llamábamos ladrones de guante blanco, pero nunca han dejado de ser sinvergüenzas.

    El panorama al que nos asomamos mete más miedo que todas las películas apocalípticas juntas. Seamos valientes y mantengamos nuestros sentidos alerta porque, si esto es solamente el principio del fin...¿que nos quedará?