Hilo de Tanza es, ante todo, un modo de ser, de sentir y de vivir. Aquí tienen cabida la pesca de altura y la de bajura: los deseos, las opiniones, las críticas y los sueños de quienes no hallamos un mejor modo de darlos a conocer. Quizá encuentres tu lugar en este océano de voces.

jueves, 24 de noviembre de 2022

SI PIAGET LEVANTARA LA CABEZA

 

    

Plas, plas, plas…carrerillas escaleras arriba, escaleras abajo, café en los pasillos, botas de siete leguas a velocidades supersónicas en busca de protagonismo. No lo entiendo. Peor aún, no puede ser sano tanto vaivén ni tanto desvarío. No leen, no piensan, solamente van de un lado a otro como pollos sin cabeza. Después nos lamentamos de que exista una inusual abundancia de alumnado hiperactivo.

Tenemos esta casa nuestra de la enseñanza patas arriba. Cualquier desaguisado se convierte en proyecto, cualquier ocurrencia en ley o profecía. Eso sí, los falsos mesías abundan por doquier. Es como si nuestro cálido hogar se hubiese transformado en un nido de hormigas argentinas, pequeñas pero matonas, que se amparan en el número y el sigilo de sus diminutas patitas para digerir a un paquidermo con fruición en una única jornada.

Plas, plas, plas…. Algunos ejemplares de mal llamado “sapiens” se amparan en palabras grandilocuentes para llevar a cabo cualquier chuminada y sentirse como si hubiesen realizado toda una hazaña.  Pobres infantes, víctimas inconscientes de una locura ampliamente documentada y volcada en las redes casi sin digerir. En esto se está convirtiendo la educación, en un lastimero decorado de cartón piedra que oculta la incompetencia y las ansias de poder de cuatro pobres diablos.

Por este camino no. Por otros quizá tampoco, pero por este seguro que no. Sé que me clavarán puñales por la espalda (a eso ya estoy acostumbrada) por escupir cuatro verdades. Sé que me hincarán sus colmillos envenenados y murmurarán por las esquinas. Pero no hay nada que hacer, lo siento. A estas alturas, como el glorioso Pontevedra CF de hace unas décadas, proclamo a los cuatros vientos que no queda otra, “hai que roelo” y punto.