Hilo de Tanza es, ante todo, un modo de ser, de sentir y de vivir. Aquí tienen cabida la pesca de altura y la de bajura: los deseos, las opiniones, las críticas y los sueños de quienes no hallamos un mejor modo de darlos a conocer. Quizá encuentres tu lugar en este océano de voces.

martes, 3 de agosto de 2021

ALEA IACTA EST

-          No deseo perder el tiempo. Os he hecho venir desde muy lejos para escuchar de vuestros propios labios que no podéis hacer nada por ella.

El sabio musulmán levantó la cabeza y clavó el ardiente reflejo de sus ojos oscuros en los de su anfitrión.

-          Señor, no es posible curar a quien no está enfermo.

-          ¡Cómo os atrevéis! Mi hija suspira día y noche sin consuelo. Ni duerme, ni prueba alimento, ni se alegra de mi presencia. Un extraño mal ha entrado en ella, un mal que provoca que se vaya marchitando lentamente, como un alhelí en un búcaro sin agua.

-          Señor, mi señor, vuestra hija no padece enfermedad alguna. Es vuestra voluntad de casarla con quien no ama la que la hace languidecer. Y así será si no cejáis en vuestro empeño.

El soberano señaló al extranjero con ademán iracundo.

-          ¡Las excusas, frutos de la incapacidad, llenan las bocas de los necios!

El hombre de Oriente se alzó enojado. En esta ocasión su mirada se encendió como las ascuas sobre las que sopla el cálido viento del desierto.

-          No sois quién de ofenderme, ni vos ni vuestras palabras, puesto que la ignorancia y la soberbia son dos caños del mismo manantial. Sin embargo, os diré algo que tal vez comprometa mi vida: aseguráis que una peste desconocida asola vuestros campos, hiere a vuestro ganado y traspasa las paredes del palacio para poseer a vuestra propia hija. No, señor, mentís. Mis ojos no están ciegos ni mis sentidos han perdido su agudeza. Bajo vuestra diestra dirección se hallan los que incendian los cultivos destruyendo las cosechas, los que persiguen a las alimañas en sus guaridas y las lanzan sobre el ganado, los que urden siniestros planes para adueñarse de los reinos vecinos utilizando las alianzas del matrimonio. El resto es producto de la miseria, la necesidad y la escasez. Son demasiados súbditos y demasiadas bocas demandando alimento. Mientras, vos oráis ante el gentío y recomendáis a todos que sigan vuestro ejemplo para librarse del mal, que no se agrupen, que desconfíen de los demás, que no osen dudar de vuestra buena fe. No pretendéis otra cosa que dividirlos y evitar que, uniendo sus fuerzas, se opongan a vuestros designios. Muy burdas, tristes y despiadadas son tanto las intenciones como los medios, nada que un hombre de bien no intuya en la frialdad de los ojos de su oponente.

Dicho esto, el sabio musulmán avanzó hacia la puerta con paso firme, mientras su túnica malva seguía, obedientemente, los nerviosos movimientos de su cuerpo.

-           ¡Detenedle! ¡Que no salga de palacio! ¡Llevadlo a la hoguera, por hereje y por brujo! Diremos que ha traicionado a su señor y al pueblo entero, que niega las plagas y castigos enviados por Dios, que él mismo conspira contra el orden y la paz del reino. ¡Daos prisa! No vaya a ser que ilumine el camino a nuevos disidentes…