Intenté conservar lo esencial, no las sonrisas estúpidas o
los besos insípidos. Hay momentos que valen todo un Bing Bang y no sabrías
explicar por qué. Hay miradas que se te clavan como un hierro candente,
palabras que explotan en la boca en una apoteosis pirotécnica, fuegos fatuos
del cariño que rondan los pantanos y las ciénagas en las que naufragará tu
corazón. Hay tantísimas cosas y tan complicadas todas ellas…
No se elige el momento de zarpar. Viene a ti, de algún modo,
para inquietarte y apresurar tu mano desatando nudos. Llega cuando, sin
saberlo, has abandonado incluso los recuerdos felices y sientes como todo se ha
vuelto gris y pobre. No hay nada peor que la perversión de lo que fue hermoso.
Así que ahora ya está. Me he liberado. He dado carpetazo a
un montón de experiencias de todo tipo, un extraño mejunje de recuerdos
mohosos, alegrías fugaces y tiempo robado. No importa si he tardado demasiado
en decidirme, ni siquiera los motivos o las consecuencias, ya que, por lo
visto, decir adiós también constituye un acto de amor.
Buena travesía!