Soplan vientos nuevos, vientos tropicales y cálidos,
vigorosos vientos del este que alejan las nubes de un cielo encapotado. Lo que,
en principio, era una brisa refrescante se está convirtiendo en un verdadero
ciclón que arrasa con las estructuras carcomidas de un mundo demasiado viejo y
demasiado podrido.
Y es que mañana Grecia celebra elecciones mientras los
cadáveres de los Padres de la sacrosanta Europa se revuelven en sus tumbas,
mientras los bien amañados partidos de las seudo-democracias se comportan como la niña de El Exorcista a la vista
de un crucifijo, mientras se emperran en meternos miedo con el Hombre del Saco.
Los votantes del PP son como La Perla Negra. Aparecen sin
preaviso y arrasan, pero, cuando las cosas comienzan a pintar mal, se esfuman
como si jamás hubiesen existido, volviendo a las profundidades de un insondable
abismo desde donde esperan escrutando el horizonte. A su mando, un mítico Capitán Barbossa dirije a su hueste de
muertos y corruptos, de fantasmas y fanfarrones que buscan hacerse con un
ínfimo pedacito de tesoro...
Ayer mismo se reunieron los Pepeístas, al calor del fuego de
las mayorías, despeinados por el vendaval los unos y espumando por la boca los
otros. Solamente les queda disfrazar a José Mª Aznar de Santa Rita, patrona de
los imposibles, y llevarlo en procesión recorriendo la geografía nacional,
acompañado de Mª Dolores de Cospedal
vestida de mantilla. ¡Vaya espectáculo! Tuvieron hasta que desenterrar a alguna que otra víctima del terrorismo para arengar a sus ejércitos. Otros cadáveres llevan descansando casi ochenta años en fosas comunes y parece casi un
insulto nombrarles.
No tengo yo madera de quemaiglesias ni de nada parecido, pero ya está bien de
asustarnos con el Diablo Rojo. Esas cosas las estudié en el colegio, en el
instituto y en la universidad .Siempre me resultaron el colmo de la estupidez.
También lo son los radicalismos injustificados o las alternancias al estilo
Cánovas-Sagasta, tan célebres en la historia de este desventurado país, y de
las que parecemos no librarnos jamás.
Lo que sucede es que somos muchos los que estamos hartos de toda esta farsa, los que no albergamos esperanzas de que las
cosas cambien. Sabemos muy bien que lo que se hace a mayores es dar una capa de
pintura para tapar las carencias, pero no se ataca al núcleo de la podredumbre.
Somos conocedores de que la igualdad ante la ley, los derechos constitucionales
y el supuesto estado de bienestar son las drogas con las que adormecen nuestros
sentidos para que no veamos las cadenas que nos atan. No sé si PODEMOS
librarnos de las mentiras, pero sí que DEBEMOS.
La casta política, que existe del mismo modo que los
agujeros negros ( no somos capaces de verlos pero notamos sus efectos), anda revuelta .
Debe ser como el gallinero que presiente la llegada del zorro y empieza a
cacarear desordenadamente, mientras unos animales se pisan a otros buscando
salvación. En Europa reina el caos ante la duda de si la enorme tómbola, que se
han montado unos pocos, sobrevivirá mucho más tiempo. Veremos que pasa.
Esta tarde, a muchos kilómetros de distancia del Egeo y de sus
aguas tintadas de añil, de la
Acrópolis vestida de novia, sueño con un futuro en el que sea posible albergar esperanzas, en el que recuperemos la ilusión y la fe en el ser
humano, en el que podamos criar a nuestros hijos sin miedo y con verdad. ¿Por
qué no aventurarnos? Algunas cosas ya se han perdido, pero tal vez existan alternativas nuevas , miradas nuevas en las que encontrarnos. Hace no tanto
tiempo, también el Atlántico estaba repleto de monstruos.
Kali-Nykta, Onira-Glyka.