Hilo de Tanza es, ante todo, un modo de ser, de sentir y de vivir. Aquí tienen cabida la pesca de altura y la de bajura: los deseos, las opiniones, las críticas y los sueños de quienes no hallamos un mejor modo de darlos a conocer. Quizá encuentres tu lugar en este océano de voces.

jueves, 24 de noviembre de 2022

SI PIAGET LEVANTARA LA CABEZA

 

    

Plas, plas, plas…carrerillas escaleras arriba, escaleras abajo, café en los pasillos, botas de siete leguas a velocidades supersónicas en busca de protagonismo. No lo entiendo. Peor aún, no puede ser sano tanto vaivén ni tanto desvarío. No leen, no piensan, solamente van de un lado a otro como pollos sin cabeza. Después nos lamentamos de que exista una inusual abundancia de alumnado hiperactivo.

Tenemos esta casa nuestra de la enseñanza patas arriba. Cualquier desaguisado se convierte en proyecto, cualquier ocurrencia en ley o profecía. Eso sí, los falsos mesías abundan por doquier. Es como si nuestro cálido hogar se hubiese transformado en un nido de hormigas argentinas, pequeñas pero matonas, que se amparan en el número y el sigilo de sus diminutas patitas para digerir a un paquidermo con fruición en una única jornada.

Plas, plas, plas…. Algunos ejemplares de mal llamado “sapiens” se amparan en palabras grandilocuentes para llevar a cabo cualquier chuminada y sentirse como si hubiesen realizado toda una hazaña.  Pobres infantes, víctimas inconscientes de una locura ampliamente documentada y volcada en las redes casi sin digerir. En esto se está convirtiendo la educación, en un lastimero decorado de cartón piedra que oculta la incompetencia y las ansias de poder de cuatro pobres diablos.

Por este camino no. Por otros quizá tampoco, pero por este seguro que no. Sé que me clavarán puñales por la espalda (a eso ya estoy acostumbrada) por escupir cuatro verdades. Sé que me hincarán sus colmillos envenenados y murmurarán por las esquinas. Pero no hay nada que hacer, lo siento. A estas alturas, como el glorioso Pontevedra CF de hace unas décadas, proclamo a los cuatros vientos que no queda otra, “hai que roelo” y punto.


domingo, 16 de octubre de 2022

LAS SUMAS DE RIEMANN, MI VOZ SOBRE EL PAPEL

 




Hubo un tiempo en el que callé. Me había cansado de predicar en el desierto y de que cualquier voz absurda se hiciese notar sobre los sonidos del bosque que surgía más allá de las fronteras de mi infancia. Eran cacareos, graznidos, promesas de rugidos que terminaban convertidos en acordes disonantes y se extinguían en la magnitud infinita de un cielo guardián. Un cielo siempre misterioso y siempre omnipresente. 

En ese vaivén, el bullicio estrafalario no tenía propósito e iba mudando su timbre y su intensidad según las circunstancias. A veces se distinguía el tintineo de las monedas; otras, el eco grandilocuente de una palabra que retornaba, certera, a la propia garganta desde donde había sido liberada. Pero, por regla general, la banda sonora consistía en una curiosa mezcolanza de repeticiones y notas huecas, alaridos informes, llantos, rabietas, merengue y caramelo que endulzaban el mejunje fermentado de los momentos vacíos.

A medida que crecí, fui comprendiendo que la auténtica música se hallaba camuflada en el silencio, y era tan sublime, tan espectacular y poderosa que el mundo entero se rendía a su verdad, porque de ella nacía y en ella encontraba su sentido. Las voces estridentes menguaron, yendo a refugiarse a las orillas de un océano oscuro que únicamente presta atención a los cantos de sirena. Allí se desvanecieron, convertidas en abono para nuevas simientes.

Fue de ese modo que aprendí, encontrando en lo simple lo complejo y procurando no besar sin amor ni hablar sin motivo. Quizás ingenua o quizás estúpidamente idealista, vivo con el alma al pairo, sin hacer demasiado ruido, pero mi ser fluye a través de mi obra. Os presento al primero de mis hijos, un proyecto antiguo rescatado con el fin de que os hable al oído. Se llama Las Sumas de Riemann, una novela  creada para revivir la última etapa de la adolescencia o para descubrirla, para criticar el universo educativo y para mejorarlo, para solidarizarse, para rebelarse y para dejarse llevar, de la mano de la protagonista, hacia tu verdadera voz.

Gracias por estar ahí.

lunes, 7 de febrero de 2022

EXPERTOS Y OTRA FAUNA (DE TANXUGUEIRAS AO MUNDO)


 

El paso de tiempo me está avinagrando. Hubo un momento en el que prometía ser un reserva, pero se ha echado a perder con los cambios de temperatura víricos y tecnológicos, con las transformaciones extrañas y las desapariciones de toda clase de racionalidad humana. Rousseau estaba equivocado. No, no. Rousseau era un mequetrefe. El hombre, la mujer o cualquier colectivo equivalente no hacen más que hacerle la zancadilla al resto, cuántas más veces, mejor. Bueno por naturaleza es el abejorro que esta mañana se paseaba entre los castaños.

Llega un momento en el que ya no sabemos diferenciar el arte y la basura, hasta pudiera ser que, puestos a elegir, se nos diera por elegir basura antes que arte. El arte entra por los sentidos, para quién los tenga. Tampoco hace falta entrenarlos mucho, ni la sensibilidad es cosa de cuatro privilegiados. Su presencia es electrizante y poderosa. Llega, independientemente de dónde hayas nacido, cuál sea tu raza o tu cultura. Entronca con la tierra, con el agua, con los elementos primigenios que viven en nosotros, que vibran en su extraño equilibrio. Podría ser una danza africana, una flauta andina, una nana inuit, un cuenco tibetano o una pieza de folclore atlántico. Como diría mi hija, están impresos en nuestra memoria mitocondrial.

Por supuesto que defiendo mi tierra, mi cultura, mis ancestros que se extienden por un océano que, en otros tiempos, fue más transitado de lo que se cree. Pero también me fascinan los toques de la cultura andalusí, la fuerza que surge a través de un bosque de voces y crea inauditas fusiones, tiempos nuevos.

El problema no radica en quién representa o no a la esquina del mapa en la que me ha tocado vivir. Que la represente quién sea y punto. El verdadero problema es que tengo miedo. ¿Miedo a qué? Miedo a los EXPERTOS. Es solamente nombrarlos y erizárseme el vello. Que Dios nos coja confesados ¡Socorro, estamos en manos de expertos! Los mismos que tomaron las riendas de la pandemia, que emiten sentencias dejándonos abandonados a nuestra suerte, los que equivocan una cirugía de hígado con una de pulmón, los que invaden los platós dando consejos, los que juzgan el arte y la ciencia, los tribunales de las pruebas de selectividad o de las oposiciones o de lo que sea… ¡Socorro! grito. Vienen los expertos. Jurados y consejeros, gestores y mercaderes del templo. Corruptos. Buitres. Peristas. Traficantes. Nada se escapa a su red. Invaden el mundo, desde el arte a la política, pasando por la medicina.

Cómo me alegro de que a mi madre la hubiera operado de madrugada una joven neurocirujana de guardia, cuyo nombre desconozco y a la que estaré eternamente agradecida por su profesionalidad. Mi vida la salvó también un joven médico anónimo. Brindo por él. Una profesora de biología hizo crecer el amor que ya existía en mi hija por la materia y un experto en historia está dinamitando su interés por esa asignatura.

 Me dan miedo los expertos. Cada vez que los nombran siento que un monstruo viene a vernos. Menos mal que yo no soy experta en nada.